Ella
Bebe, en su álbum “Pafuera telarañas”, compuso una canción hermosa que mi lado ultra feminista quiso nominar como el himno de las mujeres que se ponen de pie luego de una caída y tiran pa’lante con fuerza desconocida: Ella.
Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
Que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo
Hoy vas a hacer reír porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y ver que lo has logrado
“Ella” me sonaba como un himno para muchas mujeres luchadoras, pero no tenía un rostro definido hasta mi último viaje por la sierra central, donde conocí a María, una mujer joven con dos hijas que, como tantas, fue abandonada por su esposo, pero que no vio un hoyo negro luego de ese triste acontecimiento sino la luz al final de él.
Ella, María, tiene una fuerza que hace que sus ojos, y del que los mira, brillen. Sola, con sus propias manos, ha construido su casa, ha trabajado la tierra y con las ganancias de su siembra ha comprado dos vacas que a diario le dan leche para vender y vivir; por eso con una sonrisa pícara dice que sus vacas son sus maridos, porque la mantienen.
Hoy vas a ser la mujer que te dé la gana de ser
Hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer
Hoy vas a mirar pa'lante, que pa atrás ya te dolió bastante
Una mujer valiente, una mujer sonriente
Mira como pasa
Todos los días sale a pastorear a sus maridos. Llegar al lugar donde las vacas comen todo lo que quieren le toma casi dos horas. Estando allí trabaja en la siembra de su tierra para regresar caída la tarde. Ya en su hogar, se dedica a las labores de ama de casa y a realizar lo que la fuerza de un hombre le permitiría hacer más rápido: refaccionar su vivienda.
Ella mira sus manos cuando dice que todo lo que tiene lo ha conseguido sola y por el amor a sus hijas, que por ellas y sus manos hará mucho más. Ella sabe de lo que es capaz, que es imparable, irrompible. Un mujer que “se quitó las telarañas” para hacer de su vida una de las más felices y ejemplares.
Hoy nació la mujer perfecta que esperaban, ha roto sin pudores las reglas marcadas
Hoy ha calzado tacones para hacer sonar sus pasos
Hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso
Lima, febrero de 2009